necesitan tanto de nosotros,
pero son muchos los detalles que se desvanecen por insensibilidad y descuido, sin tomar en consideración las alteraciones que
sufren por el viejo amigo tiempo.
Son tan completos, con todo un cúmulo de experiencias,
sabiduría, logros, historias, valores y amores... tienen todo cuanto necesitan para compartir con sus seres queridos, pero la mayoría de las veces son ignorados por nosotros, los que somos sus hijos, sus nietos... sus amigos.
¿Cuántas veces los hemos arrojado lentamente a un rincón donde ya no podrán hablar, ni opinar?, pues si emite su opinión será censurado y en muchos casos maltratado por la familia.
Se quedan solitarios recordando esos viejos momentos que vivieron cuando eran importantes y necesarios en la casa, cuando podían sonreir por las travesuras que sus niños hicieran en el parque o en la escuela; todo un conjunto de actividades que ya no pueden desarrollar porque sus cuerpos ya no responden como antes. Lejos y ensimismados algunos no soportan su realidad y llegan a tomar medidas tan extremas como el suicidio.
Recuerdas cuando eras niño y decías que tus padres no te querían.
Ya su tiempo está declinando, los granos de arena ya fueron casi por completo consumidos por el reloj... el viento se acerca más y más para romper el cristal del reloj y ya no habrá momento para volver atrás, para decirles lo mucho que les necesitamos, que los amamos y agradecemos todo cuanto han podido hacer por nosotros...y se irán con ese vacío de soledad.
El calor del hogar fortalece el espíritu, compartir con los seres más importantes y ser comprendidos por ellos, estimula para sentir que todavía nos necesitan. Pero si ellos no aceptan pensar, hablar, y opinar como la familia lo necesita son maltratados.
Ellos necesitan más amor, mayor comunicación y ser estimulados a intentarlo una vez más, cuando se tropiezan y caen.
No se imagina uno lo que puede ser la soledad de la vejez, hasta que ella empieza a aparecer día a día ante nuestros ojos, en el rostro lleno de arrugas del anciano que pasa sus días esperando la llegada de un hermano que jamás vendrá a visitarlo, o en el silencio de una anciana que desde su silla de ruedas, pregunta: ¿qué me va a mandar, doctora, para que se me quite la tristeza?
No se entiende bien la realidad de aquel verso de Gustavo Adolfo Bécquer:
"Dios mio, ¡qué solos se quedan los muertos! hasta que no se asiste a la muerte de un anciano en un geriatrico, la urna estará solitaria en la capilla, a veces alguien del personal traerá flores, alguna anciana rezará el rosario y los demás se acercarán solo un momento, porque la idea de la muerte es siempre una sombra que ronda por sus vidas; rara vez habrá un familiar que llore, que acompañe al viejo hasta el cementerio o que alguna vez le lleve flores..."
La vida en un geriatrico no es fácil y pensar que en algunos paises mueren cantidades de ancianos por desatención, por falta de recursos económicos y por falta de amor.
Nosotros los que estamos afuera, pensamos que nuestros problemas son una gran catástrofe, pero no imaginamos lo que podría estar pasando en la mente de esos hermosos ancianos.
¿Por qué no luchamos por un mejor mañana para ellos? , estoy seguro que buscando una mejor calidad de vida para ellos, nosotros también seremos beneficiados, y es muy simple amigo mío, todos seremos ancianos.
Debemos comenzar por cambiar nuestra palabras, porque estas hieren. Es que las palabras son tan despectivas a veces, sin darnos cuenta lastimamos a nuestros seres queridos.
¿Deberíamos gritarles cuando dos veces nos hagan la misma pregunta?
¿Deberíamos hacernos los sordos cuando nos reclamen o aconsejen?
¿Deberíamos implantarles una personalidad que solo responda a nuestras propias conveniencias?
¿Por qué no les demuestras que pueden contar contigo, así como cuando niño tu podías contar con ellos, en las buenas y en las malas?
¿Por qué se enrolla tanto la gente para expresar el amor a sus seres queridos, si al final de tu vida, también tu seras un anciano y de igual forma la muerte estará cerca de tí?
¿Acaso no te has dado cuenta que solo cuando muere la gente tu te dispones a decirle cuánto les has querido y cuánto los necesitas... ?
¿Por qué esperar tanto...?
Hazlo ahora, porque nadie es adivino y todos necesitamos ser amados.
Vive el amor siendo diferente a la humanidad enferma de soledad, vive en la plena libertad que te brinda el amor...vive y lucha por un mejor amanecer, vive el presente a plenitud, porque de verdad ni tu ni yo sabemos cuándo vendrá el espiritu de la muerte... se romperá el cristal del reloj...y los granos de arena se regarán en el suelo, marchitándose la flor y solo quedará el silencio y tu espíritu volando libre, al fin, como una golondrina.
Nunca hagas lo que no te gustaria que te hicieran, te recuerdo amigo mio que tu algún día tambien serás un anciano...de ti depende si la historia no se repite...
Todos seremos ancianos y así como nosotros necesitamos tantas veces de la protección de esos brazos de mamá o de papá, o del abuelo o la abuela, de la comprensión de nuestros gestos o de nuestros silencios, de nuestro dolor... ellos también nos necesitan...
Por eso debemos detenernos y observarlos. .. abrazarlos y hacer que sientan que estamos allí... que nos importan, que son valiosos como lo fueron siempre en nuestras vidas... y de esta forma regresaremos a ellos el más hermoso sentimiento que nos enseñaron, el sentimiento que lleva paz y tranquilidad en los momentos difíciles de la vida, el que nos contiene, el que minimiza el dolor, el que nos hace luchar por nuestros sueños e ideales...pero por sobre todo nos enseña a dar sin pedir nada a cambio: El amor.
Valoremos a nuestros ancianos ...
Padre Tomas del Valle-Reyes