Oración del Diezmo
Recibe Señor, mi ofrenda. No es una limosna, porque no eres mendigo. No es un aporte, porque no lo necesitas. No es el resto que me sobra que te ofrezco.
Este monto representa, Señor, mi reconocimiento, mi amor.
Pues si lo tengo es porque tú me lo diste. Amén
Reflexiones
Sunday, May 4, 2008
GRACIAS POR SUS ORACIONES
CARTA DEL PADRE TOMAS
Querida Familia de Descubriendo el Siglo XXI
Para todos ustedes mi saludo y mi deseo grande de paz, alegría y esperanza.
En primer lugar mi agradecimiento más sincero para todos. Realmente me han emocionado y me han mostrado lo que siempre he creído, que detrás de cada dirección de email, detrás de cada carta, detrás de cada llamada telefónica, había un ser humano, un hermano, con el que hemos compartido en los últimos años alegrías y esperanzas, penas y tristezas. Muchas veces esas penas y tristezas eran las suyas. Ahora yo comparto con ustedes mi pena y mi tristeza. Y cientos de ustedes se han unido a nuestro dolor, a nuestra pena, el mío y el de mis familiares, en estos momentos en que la vida de mi madre está apagándose poco a poco.
Me encontré con ella el miércoles pasado. Enseguida me reconoció y, por supuesto, se alegró inmensamente. De acuerdo a los doctores ha entrado en un proceso de senilidad donde a veces recuerda las cosas presentes, pero sobre todo las pasadas. Según ellos, está sufriendo una serie de pequeños infartos cerebrales, los cuales le causan unos terribles dolores de cabeza. En los próximos días le harán una resonancia magnética del cerebro para calibrar los daños sufridos y tan solo nos queda esperar lo que Dios quiera para ella. Es cuestión de tiempo en que uno de esos infartos sea demasiado fuerte y se vaya de entre nosotros.
Hoy, primer domingo de mayo, se celebra en España el Día de las Madres. Voy a tener el privilegio de poder compartir con ella este día tan especial. Quizás sea el último, o quizás aún permanezca muchos más años entre nosotros. Tan solo Dios sabe y a El nos encomendamos.
Estamos conscientes de que su vida se va apagando poco a poco, y lo que deseamos para ella es que sea de una forma serena y tranquila. Ha luchado y sufrido mucho en la vida y deseamos que sus últimos días, que tan solo el Señor sabe su número, sean tranquilos y sin dolor alguno.
Hablando con ella los otros días me decía que se le iba acabando el tiempo, y que desearía tenerme junto a ella, pero que estaba consciente que ustedes me necesitaban, que mi vida ha sido servirle a Dios con ustedes y en ustedes. Con la misma generosidad que me vio partir de casa hace muchos años, me dice en estos días cercanos a su final, que siga adelante con mi vida y mi servicio a los demás.
En estos momentos difíciles de mi vida y de la vida de mi madre y mi familia, puedo compartir con ustedes que me siento orgulloso y le doy gracias a Dios por los padres que me dio. Si hoy todos ustedes pueden contar conmigo, se lo deben a la generosidad, la alegría y la fe de mis padres, que me enseñaron a servir, a rezar, a compartir, a dar la mano a los demás, a ser compañero de camino de tristezas y alegrías, de penas y esperanzas. Lo que soy y les he dado ellos me lo enseñaron. En estos momentos en que mi madre ve como se le acaba el tiempo, como ella misma me dijo, le doy gracias a Dios por ella, por mi padre, por los míos. Y ciertamente les ruego una oración doble. Una de acción de gracias porque me hizo nacer donde nací. Otra por mi madre, mis hermanas, mi familia toda, para que cuando el Señor decida llevarse a mi madre junto a mi padre, podamos estar unidos y sanarnos de tanto dolor y pena como sufrimos.
Y nada más por hoy. De nuevo gracias a todos ustedes que han compartido nuestras penas conmigo y con mi familia. Cuando celebre hoy la Santa Misa, tengan por seguro que estarán muy presentes en ella.
Con cariño y respeto
Padre Tomás
Querida Familia de Descubriendo el Siglo XXI
Para todos ustedes mi saludo y mi deseo grande de paz, alegría y esperanza.
En primer lugar mi agradecimiento más sincero para todos. Realmente me han emocionado y me han mostrado lo que siempre he creído, que detrás de cada dirección de email, detrás de cada carta, detrás de cada llamada telefónica, había un ser humano, un hermano, con el que hemos compartido en los últimos años alegrías y esperanzas, penas y tristezas. Muchas veces esas penas y tristezas eran las suyas. Ahora yo comparto con ustedes mi pena y mi tristeza. Y cientos de ustedes se han unido a nuestro dolor, a nuestra pena, el mío y el de mis familiares, en estos momentos en que la vida de mi madre está apagándose poco a poco.
Me encontré con ella el miércoles pasado. Enseguida me reconoció y, por supuesto, se alegró inmensamente. De acuerdo a los doctores ha entrado en un proceso de senilidad donde a veces recuerda las cosas presentes, pero sobre todo las pasadas. Según ellos, está sufriendo una serie de pequeños infartos cerebrales, los cuales le causan unos terribles dolores de cabeza. En los próximos días le harán una resonancia magnética del cerebro para calibrar los daños sufridos y tan solo nos queda esperar lo que Dios quiera para ella. Es cuestión de tiempo en que uno de esos infartos sea demasiado fuerte y se vaya de entre nosotros.
Hoy, primer domingo de mayo, se celebra en España el Día de las Madres. Voy a tener el privilegio de poder compartir con ella este día tan especial. Quizás sea el último, o quizás aún permanezca muchos más años entre nosotros. Tan solo Dios sabe y a El nos encomendamos.
Estamos conscientes de que su vida se va apagando poco a poco, y lo que deseamos para ella es que sea de una forma serena y tranquila. Ha luchado y sufrido mucho en la vida y deseamos que sus últimos días, que tan solo el Señor sabe su número, sean tranquilos y sin dolor alguno.
Hablando con ella los otros días me decía que se le iba acabando el tiempo, y que desearía tenerme junto a ella, pero que estaba consciente que ustedes me necesitaban, que mi vida ha sido servirle a Dios con ustedes y en ustedes. Con la misma generosidad que me vio partir de casa hace muchos años, me dice en estos días cercanos a su final, que siga adelante con mi vida y mi servicio a los demás.
En estos momentos difíciles de mi vida y de la vida de mi madre y mi familia, puedo compartir con ustedes que me siento orgulloso y le doy gracias a Dios por los padres que me dio. Si hoy todos ustedes pueden contar conmigo, se lo deben a la generosidad, la alegría y la fe de mis padres, que me enseñaron a servir, a rezar, a compartir, a dar la mano a los demás, a ser compañero de camino de tristezas y alegrías, de penas y esperanzas. Lo que soy y les he dado ellos me lo enseñaron. En estos momentos en que mi madre ve como se le acaba el tiempo, como ella misma me dijo, le doy gracias a Dios por ella, por mi padre, por los míos. Y ciertamente les ruego una oración doble. Una de acción de gracias porque me hizo nacer donde nací. Otra por mi madre, mis hermanas, mi familia toda, para que cuando el Señor decida llevarse a mi madre junto a mi padre, podamos estar unidos y sanarnos de tanto dolor y pena como sufrimos.
Y nada más por hoy. De nuevo gracias a todos ustedes que han compartido nuestras penas conmigo y con mi familia. Cuando celebre hoy la Santa Misa, tengan por seguro que estarán muy presentes en ella.
Con cariño y respeto
Padre Tomás
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