ocuparnos de él,

Cuando el otro nos quiere, hace exactamente lo mismo.
Ahora, me pregunto: ¿Por qué no hacer estas cosas con nosotros mismos?
Sería bueno que yo me cuidara, que me escuchara a mi mismo, que me ocupara de
darme algunos gustos, de hacerme las cosas más fáciles, de regalarme las cosas
que me gustan, de buscar mi comodidad en los lugares donde estoy, de comprarme
la ropa que quiero, de escucharme y comprenderme.

Tratarme como trato a los que más quiero.
Pero, claro, si mi manera de demostrar mi amor es
quedarme a merced del otro, compartir las peores cosas juntos y ofrecerle mi vida en sacrificio, seguramente, mi manera de relacionarme conmigo será complicarme la vida desde que me levanto hasta que me acuesto.
El mundo actual golpea a nuestra puerta para avisarnos que este modelo que cargaba mi abuela (la vida es nacer, sufrir y morir) no sólo es mentira, sino que además está malintencionado (les hace el juego a algunos comerciantes de almas).
Descubriendo el Siglo 21
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