oraban y reflexionaban.
Un poco antes de acercarse a un río que tenían que cruzar
el cual no tenía puente para hacerlo, se les acercó una mujer de baja estatura, pidiéndoles que le ayudarán a cruzar el río.
Uno de ellos inmediatamente dijo que sí, mientras que el otro le veía con mirada de desaprobación.
El que se apunto para ayudar a la pequeña mujer la subió en sus hombros y terminado el río la bajó de sus hombros, la mujer quedó muy agradecida con ese monje.
Los monjes siguieron su camino y el que no aprobó la decisión empezó a reclamarle al monje que ayudó a la mujer a cruzar el río acerca de su comportamiento: "¿ Por qué subiste a esa mujer a tus hombros ?",
¿ no sabes que en el convento nos tienen prohibido mantener contacto con mujeres ? "
El monje que había ayudado a la mujer no respondía a las preguntas del otro monje.
Siguieron su camino y el monje insistia en sus preguntas, a lo que el otro monje no respondía.
Poco antes de llegar al convento, el monje le volvió a cuestionar acerca de lo que había hecho y por fin el monje respondió:
" Hace más de cuatro horas que esta mujer ya no está cerca de mi cabeza, pero sigue en la tuya.
¿ Qué ganas con hacerte daño al tener en tu mente cosas del pasado ?
¿ Qué ganas con tener en tu mente cosas que a ti no te afectan? "
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