Tal vez pueda tirar la pelota con velocidad porque es fuerte y está en buenas condiciones físicas, pero no podrá lanzar la pelota para que el bateador no pueda pegarle y de esa forma hacerle perder su turno.
No está preparado para jugar ese deporte.
Aunque los atletas se entrenan rigurosamente para fortalecer las habilidades dadas por Dios, cada jugador es un especialista en el deporte que practica.
Existen algunas raras excepciones en las cuales un atleta puede cambiar de un deporte a otro y seguir jugando bien.
Pero aún así, ese deportista va a desempeñarse mejor en un deporte en particular y jugando en una posición determinada.
Así sucede también con nuestros talentos espirituales.
Cada uno de nosotros tiene talentos y Dios espera que seamos canales de bendición para los demás.
Tal vez podamos hacer muchas cosas, y hacerlas bien, pero vamos a encontrar mayor realización y éxito cuando usemos nuestros talentos de la manera en que Dios quiere que los usemos.
El estar preparados para la tarea que Dios quiere que hagamos empieza por saber cuáles son nuestros talentos, y luego entregarlos totalmente a Dios.
Saber lo que tenemos para ofrecerle a nuestra familia, a nuestros amigos y a la comunidad, nos ayuda a descubrir el lugar único que ocupamos en el huerto de Dios.
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