Un joven que fue criado como ateo estaba entrenando para salto
monumental a nivel olímpico.
La única influencia religiosa que había recibido en
su vida le llego a través de un amigo cristiano.
El deportista nunca presto mucha atención a su
amigo, aunque lo escuchaba con frecuencia
cuando hablaba de ello.
Una noche, fue a la piscina de la universidad a la que pertenecía. Las luces estaban todas apagadas, pero como
la noche estaba clara y la luna brillaba, había
suficiente luz para practicar.
El joven se subió al trampolín mas alto y
cuando volvió la espalda listo para saltar a la piscina,
al filo de la rampa, extendió sus brazos y
vio su propia sombra en la pared.
El joven quedó impresionado, ya que la sombra de
su cuerpo tenia la forma exacta de una cruz.
En lugar de saltar, sin saber el porque, se arrodillo y finalmente le pidió a DIOS que entrara en su vida.
Mientras el joven permanecía quieto,
el personal de limpieza ingresó y encendió las luces:
HABÍAN VACIADO LA PISCINA PARA REPARARLA.
Padre Tomas Del Valle-Reyes
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