que los desnudos árboles de otoño volverán a vestirse de hojas,
si tengo la paciencia de esperar.
Ayúdame Señor, a comprender que para alcanzar la cima de la montaña hay que atravesar el largo valle. Que la vela difunde su luz a base de consumirse poco a poco.
Ayúdame Amado Señor, a desprenderme de las pretendidas seguridades que no puedo tener y que me hacen tan inseguro; ayúdame a comprender que mis temores aumentan mi inquietud y mi impaciencia.
Ayúdame Señor, a aceptar mis limitaciones. Confío en ti como un niño que se siente seguro en brazos de su madre. Ayúdame a caminar por donde no puedo ver sabiendo que tú estás ahí conmigo.
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