Leyenda de la rosa de Navidad

Las rosas de Navidad crecen fundamentalmente durante el invierno en las montañas de Europa Central. Estas flores han alcanzado gran fama en Inglaterra donde suelen utilizarse en la decoración navideña.
Según un cuento popular esta planta surgió en un bosque de Suecia. La historia dice que cada Nochebuena al dar las doce la nieve se derretía y animales y flores campaban a sus anchas hasta el amanecer.
Un año, la madre de unos ladrones le contó el milagro a un abad para ver si, a cambio del favor, este intercedía ante el obispo para que liberasen a sus hijos.
El clérigo sorprendido habló con el obispo que prometió perdonar a los presos si le traían una flor como prueba. 
A la hora señalada la mujer, el abad y un hermano laico se internaron en el bosque. 
Al tocar la media noche el invierno dejó paso a un estallido de vida y color impropio de la estación y el abad rió encantado. 
Sin embargo, su compañero dijo que aquello era obra de Satanás. No bien terminó de hablar, toda belleza se marchitó y el abad cayó muerto de pura tristeza. Sólo quedaron dos bulbos blancos que el prior sujetaba entre sus manos.
Las flores fueron plantadas en un jardín pero no brotaron hasta el invierno. 
A la vista de la evidencia el obispo liberó a los reos como había prometido pero el bosque jamás volvió a cubrirse de flores en diciembre. 
No obstante, la rosa de Navidad se convirtió en un recordatorio eterno de los milagros de Dios.
Las flores son las reinas indiscutibles de la Navidad. 
La belleza y la exuberancia de estas plantas no sólo completan la decoración del hogar en estas fechas sino que también recuerdan a los hombres que deben agradecer todos los dones recibidos.

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Fr Tomás Del Valle-Reyes

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